¿Por qué necesitamos los emoticonos?

Los emoticonos son necesarios, y no solo cuando escribimos con ironía a un amigo sin sentido del humor, sino también en el mundo profesional.

Emoticonos son necesarios

Decía George Hills, el periodista, escritor y profesor hispanobritánico con el que generaciones de periodistas aprendieron su oficio, que «las paredes oyen, pero oyen muy mal porque no ven». Con la escritura es peor: ni vemos a nuestro interlocutor y ni siquiera le oímos, por eso es tan fácil malinterpretar un mail o un wasap.

En estos tiempos en los que los clientes no abundan es más importante que nunca tenerlos contentos. Una mala redacción o una interpretación equivocada no pueden hacer que nuestro destinatario se mosquee. Por supuesto que lo primero es escribir bien y dominar la manera correcta de expresar con fidelidad lo que queremos decir, pero añadir un emoticono en el momento justo puede disipar cualquier duda en el destinatario; es más, igual conseguimos que nos quiera más que a otro.

Los emoticonos son útiles

El Diccionario de la RAE recoge el término emoticono como una palabra formada por emoción e icono, y lo define como «símbolo gráfico que se utiliza en las comunicaciones a través del correo electrónico y sirve para expresar el estado de ánimo del remitente».

Cada día usamos más el correo electrónico y menos el teléfono para nuestras comunicaciones profesionales. El mail es rápido y la información queda por escrito, con lo cual no hay posibilidad (o no debería haberla) de decir: «Tú no dijiste eso sino lo contrario» o «No quedamos así sino asá».

El correo electrónico tiene grandes ventajas, pero también el gran inconveniente de que aumenta las probabilidades de conflictos por mala interpretación. Esto es así porque en un texto no hay tono, voz, gestos, sonrisas, dudas, ironía… Falta el lenguaje no verbal. Aunque uno tenga dotes de escritor romántico, corre más riesgo de que sus emociones no sean correctamente interpretadas en un escrito, donde el lenguaje es, en cierto modo, incompleto.

Eso sin contar con que mucha gente escribe fatal (los correctores damos fe de ello), que puede ser impulsiva, que a menudo responde los correos o los wasaps a toda velocidad, sin tiempo para reflexionar, sin ponerse las gafas, en el metro, desde el móvil… Unos cuantos golpes de pulgar y ya le damos a la tecla fatídica: «enviado desde mi iPhone».

Los emoticonos son necesarios porque contribuyen a humanizar nuestros correos y nuestra imagen en redes sociales. Esas caritas simples provocan una reacción positiva en el destinatario porque nuestro cerebro está genéticamente dispuesto a prestar atención a los rostros humanos. Un emoticono disipa dudas, suaviza cualquier mensaje crítico, ofrece un plus de amabilidad y, aunque decir esto parezca más ñoño que un teletubbie, contribuye a crear un entorno más feliz.

Modo de empleo de los emoticonos

Sin embargo, dicho todo lo anterior, tampoco podemos ir poniendo caritas como si tuviéramos 15 años. Hay unas normas de uso:

  • No utilices un emoticono en las primeras comunicaciones por correo electrónico con un nuevo cliente. Tómate un poco de tiempo para conocerle antes de ponerle caritas; o sea, igual que en las relaciones de pareja: no pretendas intimar antes de tiempo.
  • Puedes y debes usar emoticonos en las redes sociales de tus clientes, como Facebook y Twitter. Los emoticonos tienen un gran poder social.
  • No te pases con los emoticonos, con una carita es suficiente, no es necesario poner tres ni siete.
  • Da igual que tu dispositivo tenga un emoticono para cada situación en la que pueda encontrarse el ser humano; limítate a los básicos: sonrisa, tristeza, guiño y poco más.
  • Relee tu texto antes de enviarlo, cuida tus saludos y despedidas, y si sospechas que algo puede malinterpretarse, emoticono al canto.
  • El correo electrónico no reconoce el sentido del humor ni la la ironía. Si eres graciosillo o utilizas el doble sentido, pon una sonrisa 🙂
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